La gastronomía de los parques del Montseny y del Castell de Montesquiu


En el Parque Natural del Montseny. Reserva de la Biosfera, la gran diversidad y belleza de paisajes define la realidad del Montseny. Esto es fruto de sus características naturales, de la variedad de su relieve y de que haya sido un territorio tradicionalmente habitado, con una fuerte impronta cultural.

La profusión de bosques (encinares, pinares, alcornocales, robledales, hayedos, abetales, castaños, formaciones mixtas caducifolias, etc.) Y matorrales da forma a un paisaje básicamente forestal. 

Aparte de los aspectos ecológicos y medioambientales, el Montseny es una montaña de un gran valor histórico. Las actividades ganaderas, agrícolas y forestales han tenido un papel decisivo en la modulación de su paisaje, y han aportado igualmente un legado de elementos arquitectónicos (casas, cabañas de pastores y carboneros, pozos de hielo y de nieve, fuentes, etc. ) y tradicionales y culturales (utensilios, variedades frutales, costumbres, actividades en el bosque, etc.). 

Las primeras pruebas de poblamiento en el Montseny datan del paleolítico, como testimonian varios hallazgos en el arroyo de Breda, el desfiladero, el Brull, el Montseny y Sant Marçal. También hay megalitos de la época neolítica en la sierra del Arca y los Pinares, entre otros. 

En el período ibérico se habitan los alrededores del macizo y se empiezan a ocupar de forma estable algunos cerros, donde se levantan fortificaciones como las murallas del cerro del Montgròs, en el municipio de El Brull, y los diferentes asentamientos fortificados, como Montclús, en Sant Esteve de Palautordera. 

No es hasta la edad media que se generalizan los establecimientos interiores de manera dispersa y se intensifica la explotación de los recursos naturales. De este período datan buena parte de las casas existentes. Este proceso alcanza su máximo esplendor en el siglo XIX, y la casa se convierte en el núcleo de la actividad agraria: el cultivo de los campos, la explotación ganadera con sus zonas de pasto y la explotación forestal son actividades complementarias que se realizan alrededor de la masía y constituyen la base económica y las fuentes de alimentación de los habitantes del macizo. 

El siglo XX es el que conlleva una mayor transformación de la población humana, con el desplazamiento hacia las llanuras y los valles, y con la terciarización de las actividades económicas. Así, ya desde el principio del siglo XX, el Montseny se convierte en una popular zona de excursionismo y de recreo para mucha gente. En la actualidad son muchos los visitantes que se acercan con fines deportivos, culturales y de ocio, o simplemente para disfrutar de la naturaleza y, también, llevar a cabo actividades ligadas a la educación ambiental. 

Uno de los objetivos básicos de la gestión del Parque es alcanzar el equilibrio necesario entre esta función social y la preservación de los valores naturales y culturales del macizo. Desde el año 2011 el Parque está acreditado con la Carta Europea de Turismo Sostenible (CETS), que propone hacer compatible la conservación de los valores naturales y del territorio con la satisfacción de las aspiraciones de los empresarios, las expectativas de los visitantes y las necesidades de la población local. 

Tradición y actualidad, el entorno y sus habitantes, son los ingredientes de la cocina y la gastronomía del Montseny, que cuenta con un conjunto de platos relacionados con la agricultura de montaña y con la ganadería, la caza y los frutos del bosque. 

El Parque del Castillo de Montesquiu es lugar de paso entre las zonas montañosas del Ripollès y la Cerdanya y las llanuras de Osona, y ha sido terreno para el asentamiento humano desde épocas muy antiguas. Los testimonios arquitectónicos más remotos se remontan a la Alta Edad Media. El castillo mismo-símbolo de las estructuras defensivas del territorio-, la iglesia de Sant Moí-ejemplo de la implantación religiosa en los terrenos reconquistados-, los restos del camino de Llaers, el puente de las Codines o las evidencias de las primitivas estrados medievales constituyen los elementos más significativos de la edificación medieval en el parque. El castillo de Montesquiu, que junto con los de Besora y Saderra compone la estructura defensiva de este rodal, es un edificio poco documentado y hasta la fecha ha atraído muy poco la atención de los investigadores. Su origen se puede encontrar en una pequeña construcción de planta rectangular, aunque conservada en las estructuras actuales del castillo, que probablemente es construida entre los siglos xy xi. En una etapa edificatoria posterior, tal vez al final del siglo XV, el castillo pierde el carácter militar y se convierte residencia señorial; de este momento son la escalera monumental y el patio central, que caracterizan el espacio interior del edificio. En el siglo XVIII, el castillo vuelve a ser objeto de profundos remodelaciones, que incluyen la construcción de una pequeña capilla bajo la advocación de Santa Bárbara. Hacia el año 1920, el edificio es sometido a una restauración muy importante, según los criterios historicistas del momento. En el año 1976 es cedido por la familia Juncadella en la Diputación de Barcelona. 

El territorio. La Vall del Ges, Orís y Bisaura constituye un territorio con unas características singulares que está formado por el Bisaura al norte, el valle del Ges al sureste y Orís al suroeste. Concretamente, el Parque del Castillo de Montesquiu se sitúa dentro del Bisaura, donde se encuentran los municipios de Montesquiu, Sant Quirze de Besora, Santa Maria de Besora, Sora y Vidrà. El valle del Ges está formada por Sant Pere de Torelló, Sant Vicenç de Torelló y Torelló. El medio natural y rural del Valle del Ges, Orís y Bisaura es muy relevante. El paisaje se dibuja con campos de cultivo y prados de pasto, con ermitas, masías y castillos. Caminando por estos parajes, encontramos bosques de caducifolios propios de las tierras centroeuropeas, con imponentes hayedos en las umbrías y robledales en las solanas y terrenos planos, arroyos rocosas y bonitos saltos de agua escondidos.

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